martes, 11 de junio de 2013

Algo pinchudo

Ganas irrefrenables de correr. 
Correr y correr hasta llegar al horizonte. 
Huir de los edificios, las bocinas, las caras largas y los apuros innecesarios. 
Refrenando aquellas ganas, me sumergí en el subte. 
Pasillos intransitables bajo tierra. 
La gente camina sin mirar, empuja, escupe y codea. 
Mezcla de olores hediondos y calor humano. 
Gritos, comentarios poco felices y humor mediocre. 
A nadie le gusta viajar como ganado. Quien nos manda a juntranos y amontonarnos en una ciudad, teniendo un pais tan inmenso! Refunfuñando me bajo en la estacion correspondiente. 
Busco algo bueno o lindo para decir de todo esto y nada.
A veces hay cosas pinchudas en mis bolsillos...

6 comentarios:

  1. Rochi, estás a tiempo. El país es enoooormeee y hay tanto lugar para gente jóven con ganas de "hacer patria" que nadie dice que sea fácil! pero se puede! Animo, hay que despejar esa mole infecta y aprovechar para llevar p´ajuera todo lo bueno que se pueda.

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    1. Sii! ya me iré! Mientras tanto, canto por la calle, miro hacia arriba buscando un pedacito de cielo y me alegro viendo árboles en las plazas jajaj. Gracias!

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  2. Ey, para no olvidar: "El bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso"

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    1. Tal cual! gracias por el recordatorio :) (quien es Odysseus?)

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    2. De nada.
      La pregunta... uf, es una pregunta que me costaría respondérmela ;)
      Y no pretenderás que rebele mi identidad secreta, ya sabés lo que pasa cuando alguien descubre quien es superman o batman.... pasa en las películas, pasa en TNT, pasa en la vida real, ja!

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  3. Hoy me acordé de este post...
    Por no empujar al subir quedé sobre el andén, con la chicharra sonado y la puerta cerrándose (más rápido de lo que suponía), mientras mi mochilla era estrujada y las dos personitas delante de la puerta, de espaldas, ni enteradas, como si no existiera anden ni nadie más en el mundo. La chicharra siguió sonando, se abre la puerta y mandé un pié. Puro reflejo de porteño apurado. Claro que no supuse que el guarda no quería dejarme subirme, porque no abrió la puerta, la abrió y la cerró. Recién ahí un tipo se acercó a forzar la pueta (¿para jalarme o para empujarme?). Y yo mirando al guarda. La guarda, que me decía "no te das cuenta que sos el único que quiere subir". Sí, claro, los demás eran mis amigos imaginarios. Sonó la chicharra, se abrio y se cerró la puerta. Quité el pie, y nunca supe si el tipo quería rescatarme o no. Se fue el tren y pensé: "basta de correr". 5 minutos y me tomo un tren.

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