lunes, 25 de marzo de 2013

Mejor en bici



Gracias a la prudencia de alguno, nunca terminé de aprender a manejar. 

¡Menos mal! Evidentemente todavía me falta bastante de paciencia y de autodominio para eso. Así que mientras tanto me contento con volver en bici del trabajo. Los que me conocen sabrán que no es por una cuestión ecológica, ni por hacerle campaña política a nadie. Simplemente lo disfruto, tanto como hamacarme en una plaza semivacía. Es uno de los mejores momentos del día. 

Ahí soy tal cual soy. Una desquiciada graciosa, con un poco de cabeza y mucho de corazón, que canta a viva voz como si nadie la escuchara, que se indigna cuando alguien se le cruza sin avisar o no respeta lo establecido, pero disfruta de recorrer las callecitas escondidas de la gran Buenos Aires a toda velocidad. Que imprudentemente mira para arriba en aquellas calles arboladas de plátanos y fresnos que ya visten mitad otoño y mitad verano, y llena sus ojos de hojas coloridas y que pasa del enojo a la carcajada en un instante. Que comenta para sí y para nadie todo, absolutamente todo lo que ve. Aunque de a ratos, gana el asombro y se queda callada, por un ratito, sólo por un ratito.

Imagino lo que sería al volante y me río sola, mientras sigo pedaleando. Mejor en Bici, ¿no?



jueves, 21 de marzo de 2013

Pluma


Fuiste todo este tiempo simple pluma. Que derramó en tinta litros de anécdotas, imágenes y pensamientos. Pero sólo una pluma. 
Letras que asombraron a muchos pero que nadie quizo hacer suyas. Pobre pluma. Desangróse sobre páginas y páginas que se pasaban luego prolijamente a una pantalla, para que su espíritu quedara allí frío, yerto en el cristal. Pobre pluma. 
Recibió alabanzas por las formas y el ingenio, pero ellos no supieron llegar al fondo, descubrir su espíritu y atreverse a poseerlo.  Ellos vitorearon la cáscara y no fueron capaces de reconocer y valorar la luz del fondo que le daba brillo...
Pobre Pluma. Quisiera callar, para volver a escribir sólo  a quienes sepan ver un poquito mas. Pero no puede. No le sale ese silencio. La mano que la sostiene la toma con más fuerza que otros días y le enseña mundos nuevos. Y ella, olvidando su dolor y su amor propio, vuelve a bailar sobre el papel.

jueves, 14 de marzo de 2013

Habemus Papam


“Lando Deum verum, plebem voco,
 congrego clerum, Defunctos ploro,
 nimbum fugo, festa decoro”

Luego de varios días de espera orante, el Espíritu Santo nos ha dado al nuevo Vicario de Cristo ¡Habemus Papam! El Dulcísimo Cristo en la Tierra, como lo llamaba Santa Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia y patrona nuestra, lleva hoy el nombre de Francisco I.

Ante la mirada expectante de las miles de personas que se encuentran en la Plaza, y de los que desde los distintos rincones del mundo lo miramos por internet, comienza a salir de la chimenea la Fumatta Blanca, ese humo blanco y puro, sin azufre, que nos indica que el Espíritu Santo nos ha dado un nuevo Pastor, ya no estamos huérfanos.

Repican las campanas de la Basílica de San Pedro. Campanas que cantan en la tierra, el gozo y la alegría del Cielo. Que acompañan la vida de la Iglesia desde los primeros tiempos. San Gregorio de Tours,San Benito en su regla, y otros tantos las llamaron “signum”. Campanas que fueron instrumento de San Francisco Javier para atraer a la Cruz a los habitantes de las tierras que misionaba.

Es argentino, es jesuita y es mi arzobispo hace muchos años. Todo eso no importa ya. Es nuestro Papa.¡Es Cristo para el mundo entero! 

viernes, 8 de marzo de 2013

Día de la Mujer



Salí esta mañana tempranito a trabajar, y descubrí  la cuidad empapelada de carteles de “Feliz día de la Mujer” . Si bien es un festejo de origen "zurdito", y no me divierte para nada la idea de la mujer trabajadora como ellos la proponen, igualmente aprovecho para felicitar a las mujeres.

Saludo entonces en su día a la mujer auténtica. No a la mujer de las propagandas de perfumes, ni de las novelas. Sino la mujer - Mujer. Alegre, divertida en el mejor de los sentidos, generosa, atenta, amable, intuitiva y paciente.  Fuerte en su debilidad, valiente,  confiada en sí misma y en Dios que la sostiene. A la mujer que elige donarse a los demás y no liberarse de forma egoísta. Que acompaña, aconseja, comparte y que ha aprendido a escuchar en silencio cuando es necesario.  A la mujer íntegra, plena, presente en las grandes cosas y los pequeños detalles.

Consciente de que esta vez, como otras, mis palabras no llegan a decir todo lo que quisiera y de que hay otros más grandes que yo, que han podido decir estas verdades de una manera mucho más bella, les comparto esta poesía de Gabriel y Galán, poeta español de fines del siglo XIX.



A Cándida – JM Gabriel y Galan

I

¿Quieres, Cándida saber
cuál es la niña mejor?
Pues medita con amor
lo que ahora vas a leer.

La que es dócil y obediente,
la que reza con fe ciega,
con abandono inocente.
la que canta, la que juega.

La que de necias se aparta,
la que aprende con anhelo
cómo se borda un pañuelo,
cómo se escribe una carta.

La que no sabe bailar
y sí rezar el rosario
y lleva un escapulario
al cuello, en vez de un collar.

La que desprecia o ignora
los desvaríos mundanos;
la que quiere a sus hermanos;
y a su madrecita adora.

La que llena de candor
canta y ríe con nobleza;
trabaja, obedece y reza...
¡esa es la niña mejor!

II

¿Quieres saber, Candidita,
tú, que aspirarás al cielo,
cuál es perfecto modelo
de cristiana jovencita?

La que a Dios se va acercando,
la que, al dejar de ser niña,
con su casa se encariña
y la calle va olvidando.

La que borda escapularios
en lugar de escarapelas;
la que lee pocas novelas
y muchos devocionarios.

La que es sencilla y es buena
y sabe que no es desdoro,
después de bordar en oro
ponerse a guisar la cena.

La que es pura y recogida,
la que estima su decoro
como un preciado tesoro
que vale más que su vida.

Esa humilde jovencita,
noble imagen del pudor,
es el modelo mejor
que has de imitar, Candidita.





III

¿Y quieres, por fin, saber
cuál es el tipo acabado,
el modelo y el dechado
de la perfecta mujer?

La que sabe conservar
su honor puro y recogido:
la que es honor del marido
y alegría del hogar.

La noble mujer cristiana
de alma fuerte y generosa,
a quien da su fe piadosa
fortaleza soberana.

La de sus hijos fiel prenda
y amorosa educadora;
la sabia administradora
de su casa y de su hacienda.

La que delante marchando,
lleva la cruz más pesada
y camina resignada
dando ejemplo y valor dando.

La que sabe padecer,
la que a todos sabe amar
y sabe a todos llevar
por la senda del deber.

La que el hogar santifica,
la que a Dios en él invoca,
la que todo cuanto toca
lo ennoblece y dignifica.

La que mártir sabe ser
y fe a todos sabe dar,
y los enseña a rezar
y los enseña a crecer.

La que de esa fe a la luz
y al impulso de su ejemplo
erige en su casa un templo
al trabajo y la virtud...

La que eso de Dios consiga
es la perfecta mujer,
¡y así tienes tú que ser
para que Dios te bendiga!










miércoles, 6 de marzo de 2013

My favorite things

Hay días en los que, sin pedir permiso, nos invade el mal humor, el cansancio, una tristeza rara, o simplemente nos pesa tener que dar un paso grande. Esos días, siguiendo el consejo de una amiga de la infancia, cierro los ojos y repaso mentalmente la lista de "My favorite things":
  1. El olor a lluvia sobre la tierra y a pasto recién cortado
  2. los jazmines que anuncian que la Navidad está cerca
  3. las primeras hojas del otoño sobre la vereda
  4. pájaros surcando un atardecer
  5. la catarata fucsia de una santa rita 
  6. la luna llena que aparece de pronto sobre un edificio de la ruidos Buenos Aires, junto a un arbo, o asomada por los cerros
  7. los días de lluvia en la ciudad, vistos desde alguna ventana alta, desde donde se divisan los colores de la gente contrastando con el dìa gris
  8. los músicos del subte, cuando son buenos (y el mago por supuesto)
  9. los cantos de los pajaritos a la mañana, saludando al sol
  10. el aroma del café recién hecho
  11. los lápices nuevos frente a una hoja inmaculada
  12. las luces de la ciudad vistas de noche, desde algún lugar alto, como si las estrellas hubieran bajado del cielo para alegrar la tierra
  13. el brillo del sol, que patina en las hojas de los árboles
  14. la escondida, la mancha y los juegos inventados en el patio de casa
  15. la llegada de papá al atardecer después de un día largo de trabajo
  16. la bandera de mi Patria flamenando, soberana
  17. el mar, rugiente o silencioso, alborotado o  calmo y en todas sus facetas y colores
  18. las caminatas largas, sin rumbo y sin apuro
  19. la sonrisa de un bebito en brazos de su madre
  20. la sonrisa de mamá
  21. los mates mañaneros, con espumita
  22. los viajes en hamaca hacia la tierra de nunca jamás
  23. el olor a libro viejo
  24. esa sensación de carcajada que sube desde el el fondo del alma cuando armo una valija
  25. tocar la guitarra y cantar como si nadie escuchara, después de un día agitado
  26. un cuaderno nuevo, de hojas blancas sin estrenar en mi escritorio.
y podríamos seguir con la lista, pero ya estoy contenta otra vez, y hay mucho por hacer. ¡Gracias María!


lunes, 4 de marzo de 2013

Nulla dies sine linea


 
Nulla dies sine linea” (ningún día sin una línea), me dijo ayer un viejo amigo y gran escritor, cuando me acerqué a él en busca de consejos. Y a mí me pareció un buen propósito, que decidí poner en práctica en seguida.
Claro, los domingos todos los propósitos parecen fantásticos, adecuados, realizables y hasta fáciles de llevar a cabo. Los domingos tienen esa calma tan particular de descanso, de oración, de familia y de guitarra tranquila al atardecer, que renueva e inspira. Y en ese momento me resultó sencillo. Mientras el sol se iba escondiendo, me senté tranquila con un mate nuevo y hojas lisas y dejé que mi alma hable nomás.
Hoy lunes quise hacer lo mismo. A la mañana imposible, porque siempre me levanto con el tiempo justo para dar miles de vueltas y volar al trabajo, y por supuesto hoy no fue la excepción. Durante el día los mails, el teléfono, reuniones y el maldito teléfono otra vez me atornillan el alma al piso. De a ratos se escapa, pero no encuentra la tranquilidad suficiente. Salí tardísimo del trabajo. El sol que apenas había visto durante el camino de ida, ya tenía las horas contadas.
Llena de cosas y de ruidos la cabeza, subí a una bicicleta para volver a casa. Cantando como si nadie me escuchara y pedaleando a la velocidad del viento. Cuadras y cuadras de felicidad.
Dejé la bici en el correspondiente puestito de la plaza a dos cuadras de casa y seguí caminando como borracha, con esa sensación tan divertida de vértigo después de la velocidad, que hace que los pies no coordinen y el corazón quiera escaparse galopando.
Desvié un poco el camino, y me senté en un barcito con un café inmenso. Saqué mi libretita y la miré fijo un rato. Creí que no iba a ser posible escribir hoy después de un día tan largo y lleno de cosas, pero seguí frente a ella, callada y expectante. El bullicio y las voces de mi alrededor empezaron a escucharse cada vez más lejanas, hasta que de un momento a otro, me vi sola con mi café frente a las hojas blancas. El mundo cotidiano había quedado atrás y estaba entrando a uno nuevo. Llegué a un portón inmenso de rejas de hierro negro, que tenía arriba una inscripción que rezaba: “Nulla dies sine linea”. Estaba abierto de par en par, así que en silencio, pero con el corazón sonriente, lo atravesé resuelta. Y allí, sentado bajo un roble frente a una mesa con dos sillas, me esperaba Hugo Wast, que ese era mi amigo, con mate recién hecho y un cuaderno nuevo, inmaculado.