domingo, 9 de agosto de 2020

Hildegarda

Llegó una mañana de octubre, siendo pequeñitas ella yo, y mirándome crecer se quedó petisa. Su madera rayada por mis manos infantiles me acompaña hace más de 20 años. Y donde estemos juntas me siento como en casa. Es un poco tímida. No anda haciéndose notar, y espera paciente sus ratos de gloria solitaria. Su caja es arcon de mi vida hecha canto. Compañera de noches de insomnio, canciones de cuna y charlas con la luna, de tardes de lluvia y caminos errantes. Cada tanto nos sentamos y vibrante, cuenta con sus cuerdas historias de muy adentro.