Soy la madre de un guerrero. De un valiente soldado de 3 años que marcha alegre a poner la mesa y levantar su ropa. Que a regañadientes acepta la rutina del baño, y come toda la comida para ser mas fuerte y poder un dia defender su patria. Que cumple obediente y consciente sus ratos de penitencia, cuando sabe que se mandó una macana.
A veces quisiera que no crezca nunca.
Pero ¡no! ¡Ojalá que crezcas hijito! Y que Dios te haga cada día mas bueno y santo, como le pido todas las noches. Y que soldado, marinero, albañil, sacerdote, juez, o comerciante (cuál de tus juegos seguirás jugando, solo Dios lo sabe), puedas darte a Dios, a tu Patria y a los tuyos.