miércoles, 24 de octubre de 2018

Mamá

Mamá. Nombre universal y único. 
Somos tantas, y es una sola. 
Llamado inconfundible e inequívoco. 
A nadie mas que a mí llama mi hijo con esa palabra. ¡Y a tantas mujeres de tiempos y lugares distintos llamaron así tantos hijos! 
Y aquellos a quienes dieron la vida, nombrandolas, las definen. 
Madre aquí y desde los luceros. Porque se es madre de una vez y para siempre. Desde el momento en que hijo comenzaba a existir, aun sin saberlo nosotros, hasta siempre. 

martes, 26 de junio de 2018

Bella Vista en domingo

Mates que va y vienen.
 Conversaciones de las mas variadas, que se cruzan.
Silencio agradable, silencio de siesta. Afuera, el viento frío se lleva unas hojas cobrizas,  a recorrer cielos blancos.
Apuntes resaltados de mil colores, y pilas y pilas para corregir. Risas y mas risas.
Llegan las chiquitas, y la casa se llena de música y juegos.
Suena un piano de a ratos, y la charla no cesa.
Confidencias de primas y hermanas.
Corridas de misa para los dormilones que no fueron de 9. se apaga la tarde y ya es hora de la vuelta en tren.
*La foto no es mía, la robé de por ahí.

sábado, 28 de abril de 2018

Niña de rulos morenos

Hubo una vez una niña,
de rulos morenos y sonrisa de sol.
Llegó al mundo con violencia,
y dicen que por error.
Fue sin embargo alegría,
y la razón de los días
de su amorosa mamá. 
Esta niña que les digo,
Tenía risa de campana 
Y una voz angelical.
Niña de rulos morenos, 
Tu vida fue bendecida
Vive, pues, agradecida
Y honra siempre en el recuerdo
Por su entrega generosa
A tu valiente mamá.

sábado, 27 de enero de 2018

Niño

Corre un Niño a lo largo y a lo ancho del jardín. Se enreda en un arbusto, para mirar sus frutos. Ríe alborozado. Lleva y trae pequeños tesoros que encuentra por ahí. Una ramita, una semilla, unas hojas secas.

Corre y valeroso se trepa con esfuerzo en una silla del jardín. Desde allí me llama: ¡mamá! ¡Mamá! Y señalando con el dedo, nombra, como el primer hombre, todo lo que lo rodea:" árbol, flor, agua, árbol, arbol" en su media lengua de niño de año y medio.

Asombrado y feliz, descubre la novedad de la vieja creación.

lunes, 15 de enero de 2018

Duende

Después de un rato de baile, se durmió por fin el bebito en mis brazos. Adentro y afuera reinaba la paz. Amanecía.

Lo dejé en la cuna, y despacito me fui a la cocina, preparé un mate y me senté en la galería. Los pajaritos saludaban al sol que asomaba lentamente. 

Y de pronto apareció. Lo vi salir de atrás de un árbol. ¡Tanto tiempo sin ver a aquel duendecillo! Y estaba igual, con sus hoyuelos risueños, las manos llenas de colores y esos ojos claros y chispeantes que decían tanto sin hablar.  Soltó una carcajada fresca, se cebó un mate y comenzó la charla. Como las de antes: de todo, de nada y de más profundo. Y pasaron minutos, y quizás horas.

¡Mamá! ¡Mamá! Me llamó el mayor desde su cuna. El sol estaba más alto, y él ya quería salir a jugar. 

El duende hizo sonar su clarinete y se escabulló despacito entre los árboles. Lo seguí con la vista hasta que desapareció. Feliz. Con los pies en la tierra y el alma ligera, como luego de cada encuentro. Porque las verdaderas amistades no se marchitan nunca, por más que los vientos no las junten tan a menudo.