lunes, 1 de julio de 2019

Abandono

Frágil. Un movimiento en falso puede derribar su cuerpo. Siente ese miedo que invade cuando nos damos cuenta de que no somos dueños de nada. Ni de nuestra vida, ni de nuestro cuerpo ni de nada. 
Tan fuerte había sido hasta ayer. Iba a donde quería, volvía como quería. Hacía deporte, corría, discutía. A él nadie le daba indicaciones. Y de pronto, un soplo. La vida que pasa. 
Un vendaval sacude todo, y el arbolito se aferra como puede con sus raices a la Tierra. Al suelo que lo vio nacer. Temblando todavía, abraza con sus ramitas las ramas de los grandes que tiene a su alrededor. Él, que se creía omnipotente. 
El viento cambia a suave brisa y se lleva por los aires semillas del arbolito. Calma. Donación y entrega. 
El joven se acurruca bajo el arbolito y llora. Sin que nadie lo vea, porque los hombres no lloran. Caen una tras otra, lágrimas sin sonido. « Ángel de la Guarda, dulce compañía», murmura. Y se queda dormido.