Pienso hace varios días en la Valentía. Magna virtud.
Valentía del príncipe de los cuentos de antes de dormir, que atravesaba oscuros bosques y sorteaba incontables peligros para rescatar a la princesa.
Valentía al atreverse a subir al tobogán mas alto sabiendo que valdría la pena deslizarse desde ahí arriba y al hamacarse bien fuerte para tocar el cielo. Valentía de pequeños con grandes propósitos.
Valentía de San José, que fue capaz de despertar a María y al Niño y partir en oscura madrugada hacia un país desconocido, a empezar de cero, por mandato del Ángel.
Valentía del héroe, del niño, del santo.
Es que "con Dios lo puedo todo" dijo la gran Santa Teresa de Jesús.
ResponderEliminarQué fantástico tener esa seguridad de los santos, ¿no?