miércoles, 20 de noviembre de 2013

Remanso

El tema de la clase había sido el conocimiento de Dios. 
Salí cansada sí, pero contenta, porque los chicos habían preguntado, buscado y pensado, haciendo el esfuerzo por comprender al Ser mas Simple, que explicamos a veces de manera tan compleja. Obligada pasada por sala de profesores por un trago de café y unos minutos de charla amena y luego a caminar al rayo del sol hasta el trencito. Atravesé la puerta del colegio pensando en todo esto. En la existencia de Dios, en sus creaturas, (sobre todo en estas veintitantas que están a un paso de salir del colegio hacia el mundo) y en lo difícil que se nos hace a veces entender lo que otros pensaron antes.
Di la vuelta a la esquina y me asome a la parroquia. Silenciosa y fresca, sin más luz que la del tabernáculo y la del sol, obra de Sus manos, que se colaba por las ventanas. Desde la puerta, porque el tiempo es tirano, saludé al dueño de casa y seguí mi camino. Los pájaros cantaban, los árboles se movían apenitas por la brisa y un perfume a jazmines inundaba la cuadra. Arranque algunas florcitas de un cerco para mi escritorio y con el alma en las nubes y los pies ligeros llegué hasta el tren.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Llegar siempre es volver


El tren arranca en Morris con mas brío. O eso me parece a mí, porque se acerca Bella Vista.
 Después del pobre río Reconquista me paro frente a las puertas, que abro de par en par.
Me encanta este momento. El viento me da en la cara y me despeina un poco, como si estuviera volando despacio. 
Sensación de alegre libertad. 
No todo es lindo en el paisaje, pero conozco muy bien este trecho,y se exactamente a donde hay que mirar para regocijar la vista y el espíritu. Pasamos el club, los álamos y los eucaliptos y empiezan las casitas. Algunas mas lindas que otras, una mas alta, otra mas ancha, la de la enredadera y aquella pintada color ladrillo y ya estamos llegando. 
Hace un poquito de frío, pero salió el sol después de varios días de lluvia. Todavía quedan algunos charcos en las callecitas, y en el piso aparecen las primeras flores de jacarandá, que me encantan.
He descubierto que llegar a Bella Vista siempre es volver.