miércoles, 22 de julio de 2020

Conversación de medianoche

Insomnio. O algo así.
Los libros desparramados en la mesa reclaman mi atención. El mate calentito me acompaña y mancha algunas hojas descaradamente, como queriendo dejar huella de su presencia esta noche. Marx, liberales de no sé bien qué época, un Papa y varios personajes ilustres desfilan por la cocina. El primero, se sienta sin que nadie lo invite en la silla que sobra, y así como si nada, empieza a comer cosas de mi heladera. Descarado. Claro, hay que mantener esa pancita, pienso. Pero no le digo nada. No hace falta. Ahí entra von Mises, que le reprocha, informándole lo caro que salió todo lo que devora, y qué se piensa, tomando cosas que no le pertenecen, y si la libertad es libre... Se ensartan en una discusión que sinceramente, no quiero escuchar. Hablan de  trabajo, de capital, de libertad, pésimamente entendida según pienso,  y de palabras que a estas horas y en estas circunstancias suenan metálicas y pinchudas. Mientras tanto, mi heladera se sigue vaciando, y ahora son dos los que se ocupan de ello.
Cansada de escucharlos, recuerdo que en algún lugar está escondida esa cervecita que guardamos para momentos especiales. La busco y la destapo. El pssssssst de la chapita separándose de la botella se escucha por sobre sus voces y ambos quedan callados. Sirvo cuatro vasos. Ellos se preguntan para quién es el cuarto. Para Pío XII por supuesto.
Pasamos al living y lo encuentran sentadito en el sillón. Ambos, por un instante se imaginan tomándolo del cuello, gritándole todas sus teorías absurdas, dibujan en su mente piñas y patadas voladoras. Pero Pío levanta su diestra papal con majestuosidad, y ellos se sientan calladitos con su cerveza. Gracias a Dios, pienso. Y lo dejo hablar. Comienza explicando el concepto de bien común, luego los principios de subsidiariedad y de solidaridad, el origen y el sentido del estado,  y así. Asombrada, me doy cuenta que a medida que se multiplican las palabras de este gran hombre, se van desdibujando las siluetas de los otros dos. Poco a poco se van esfumando, comenzando con los pies, las rodillas el tronco…
De un momento a otro, han desaparecido dejando sobre la mesa sus vasos de cerveza casi vacíos y todavía transpirados. Sólo quedamos Su Santidad y yo.“ Hija mía, ya es hora de que vayas a dormir. Si me hubieran escuchado antes, no hubieran hecho tanto daño. Complicaron mucho las cosas,sabes… pero quédate tranquila que el triunfo no es de ellos. Te dejo mi bendición: In Nomine Patris, et Filii et Spiritus Sancti. Gracias por la cervecita, rezá tus oraciones y descansa.”


lunes, 20 de julio de 2020

Fidelidad

Noble. Fiel. Por sobre todas las cosas, fiel. Con la mirada siempre hacia lo alto, y la sonrisa fresca, de cara al sol. Corazón enamorado de grandes ideales. 
La generosidad a flor de piel. 
Su naturaleza era fuego, como aquella de la que tanto habíamos aprendido. 
Pocos son los verdaderos amigos, y ella es una de esas. Todavía la encuentro a veces en.la espuma de un café, en las estrofas de algunas canciones, en esa boina vieja y desteñida, en montañas nevadas y en las cuentas del Rosario.