miércoles, 15 de abril de 2015

Preparativos


Y ahora me toca a mí. 
Después de tanto soñar con tules, blanco y flores, de años de rezar desde chica por mi futuro marido, se va acercando el día de nuestro casamiento. 
La niña que vive dentro mío, salta de alegría, llora de cansancio y a veces quiere subirse en una hamaca y salir a recorrer el cielo, para despejarse un poco.
Un día sigue a otro día, y cada vez falta menos. Miles de detalles que hay que prever y organizar, y mi cabecita que todo quiere tenerlo bajo control, se vuelve medio loca a veces. Por suerte, o providencialmente mejor dicho, Dios puso a mi lado un hombre tranquilo y esperanzado, alegre y despreocupado en el mejor de los sentidos, con la responsabilidad y el empeño de quien tiene su confianza puesta en Él. 
Y entonces, cuando todo da vueltas, volvemos a lo importante. Que más allá de tules y rasos, de música y de flores está el Amor, con mayúsculas, Uno y Trino, en Quien debemos fundar el nuestro.