jueves, 9 de mayo de 2013

Viajar en hamaca



Ya no quedan hamacas de madera en las plazas de Buenos Aires.
Me han quitado la capacidad de volar.
Pusieron en su reemplazo unas de goma menos peligrosas, es cierto, pero chiquititas. Como si mis 25 años no fueran felices al columpiarse en ellas. Como si a partir de una determinada altura, tuviéramos el deber de dejar de gozar de los pequeños placeres de la vida. 
Y resulta que la niña que vive dentro de mi alta persona muere de ganas de volver a subir en una de esas y estirar sus pies, jugando a tocar las nubes e imaginando que viaja en hamaca a quien sabe que lugares... 
Si ven alguna de esas de madera, aptas para gente que creció pero tiene alma de niño ¡por favor avisenme!

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