viernes, 5 de abril de 2013

Viajar a Fantasía


Sucedió de pronto, sin previo aviso.
La encontré hace algunas mañanas, peinándome antes de salir a trabajar. Finita, semi-opaca y erizada.
La descubrí sin querer, la miré muy asombrada y la arranqué con bronca. La analicé brevemente sobre la palma de mi mano y no hubo duda...  era una cana.
La Primera Cana.
Sola entre millones de pelos castaños, pero sin ninguna timidez, mirándome erguida y casi desafiante. Mi primer encuentro de la jornada había sido con ella, preanuncio de una vejez que llegará algún día.
Nostálgica o reflexiva que soy, como quieran decirlo, recordé mi infancia.
 Recordé el Colegio, los cumpleaños, los juegos en el patio, las corridas, las risas y los cuentos. 
Los cuentos de mi abuela, que comenzaban en un libro y terminaban en algún rincón de su vasta imaginación, los cuentos de mamá, que disfrutaba inventando historias fantásticas sobre cosas cotidianas, y los cuentos de papá, que se hacían rogar y llegaban cada tanto antes de ir a dormir, cargados de batallas y de héroes.  También todos esos cuentos que leí solita, devorando cada página que me traía historias frescas y nuevas desde mundos desconocidos. Y por supuesto, los que yo misma inventaba mientras jugaba, sola o con mis hermanos, mientras viajábamos en tren a bella vista, o mientras hacía cualquier cosa que  no requiriera demasiada atención. Me acordé de Wendy, y de los cuentos de hadas. Y me prometí frente al espejo, no dejar de gozar nunca de todos aquellos relatos y tener siempre a Olivia lista para viajar a Fantasía.

1 comentario:

  1. ¡¡Pero qué bueno!!!
    Si una cana te hace viajar a Fantasía ¡hasta dónde puedo llegar yo, que sólo tengo UN pelo marrón entre 1.247.500 canas!
    A quien no tengo es a Olivia. ¿Me la prestarás algún día?
    En fin, que me encanta tu facilidad para escribir. No abandones. Algún día tendré en la vidriera de "mi" librería un volumen primoroso de "Los Cuentos de Rochi".

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