martes, 23 de abril de 2013

Mundos de música.

Sentado frente al piano, el mundo se desdibuja. O mejor, se dibuja el mundo real.
Sus dedos bailan sobre el noble instrumento. Se pasean por las teclas,vertiendo en ellas la música que él lleva dentro. Con paso tranquilo algunas veces, alegre y saltarín otras, sus manos cuentan un mensaje al mundo. Todo su ser acompaña el movimiento calculado pero desbordante de libertad. Compases y espacios, armonía de sonidos y silencios. 
El gozo indescriptible del músico sólo podría traducirse con más música. 
Nadie le pasó una receta infalible ni le hechizó sus dedos. Él ama la música y por ella ha pasado horas practicando frente al piano, en la mesa, y hasta mentalmente alguna vez. 
Vuelve a tocar piezas de grandes compositores, interpretadas por músicos que lo precedieron, en todas las épocas y en los países más diversos. Trae consigo el espíritu de los Grandes que vinieron antes que él.
Y entonces, el también se engrandece. Dibuja con los dedos una belleza que remite a la Belleza,  se eleva su alma llena de notas dibujadas, y viaja hacia mundos desconocidos, quizás los mismos que yo recorro con mi pluma.

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