jueves, 30 de enero de 2014

En casa

Hablamos, como si hubiéramos seguido viéndonos todos los días. 
De cosas del funcionamiento de la casa, de mis preocupaciones y las suyas, de recuerdos y proyectos, grandes y pequeños. De libros, de vecinos, de vestidos y tradiciones.
Para todo tiene la palabra justa y el consejo oportuno, y todavía conserva ese don de saber de lo que me pasa por adentro, un poquito mas de lo que cuento. Y eso es bastante que decir. 
Su sabiduría -de esa que llega después de haber vivido un poco. y el optimismo de mi juventud, siguen siendo una buena combinación.  
Pasamos la tarde entera, yendo de la risa a las lágrimas compartidas, del canto a la seriedad. 
Volví  a casa feliz, porque había vuelto a casa. A casa que es mi madre, porque ella es la que hace que un lugar sea "casa". Y supe que cuando un día no pueda verla frente a frente, cuando se haya ido, voy a poder encontrarme con ella en sus flores, en mi risa, en la música, en mis gestos que son los suyos.



1 comentario:

  1. ¡QUE ESTUPENDO! ¡Que compenetración entre madre e hija!

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