viernes, 22 de febrero de 2013

Orden de papeles

Ayer a la tardecita, haciendo el típico orden de papeles que una hace cuando tiene que estudiar, encontré una hoja vieja con el siguiente escrito.
Debe ser del 2008, corregí alguna cosita, pero me pareció que debía ser fiel a lo que había escrito en ese entonces.
Creo que atestigua que mi locura por la luna viene de hace tiempo.

"Todo está en silencio. Duermen los niños y los pájaros pero yo no. 
Aprovecho para fumar, quizás el último cigarrillo de la noche, mientras contemplo la ciudad desde este piso 18. A través del redondo ventanal, veo la torre iluminada del Congreso a mi derecha, a mi izquierda el Teatro Colón, y un poco más atrás sobresale, engreído, el obelisco.
La noche lóbrega y misteriosa viste un cielo pincelado de nubes y apenas espolvoreado de estrellas. Unas lucecitas rojas titilan por aquí y otras más allá. La Reina del Plata dormita. Digo dormita y no descansa, porque como tantas veces dijeron poetas y cantores, Buenos Aires no descansa. Sólo una parte de ella tiene ese privilegio. Las grandes oficinas duermen ahora, con sus teléfonos enmudecidos y sus computadoras sin imagen, como esperando alertas el barullo del día siguiente. Los edificios están a oscuras, y circulan menos autos por las amplias avenidas. Pero los grandes carteles, anuncian en su insomnio un consumismo a todas luces. Los semáforos siguen titilando rojo-amarillo-verde, rojo-amarillo-verde, como camaleones estructurados. La gente de los diarios corre para terminar con la impresión del matutino. Se escucha la sirena de una ambulancia. Una novia llora la ausencia de su amado. Entre libros y restos de un mate lavado, un chico prepara su último final. Una madre canta canciones de cuna y a algunas cuadras las carmelitas se levantan para rezar Maitines. Un padre de familia numerosa aprovecha estas horas de sosiego para terminarle un soneto al viento. Y yo, desvelada, sigo mirando por la ventana. En eso, mis ojos se encuentran con los de la Luna. La Luna fría, altiva y airosa como parece, es en realidad buena oyente y buena compañera. Es ella quien, maternal y atenta vigila al mundo durante la noche. Colgada de ahi arriba, la Dama Blanca lo ve todo."

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