Fuiste todo este tiempo simple pluma. Que derramó en tinta
litros de anécdotas, imágenes y pensamientos. Pero sólo una pluma.
Letras que
asombraron a muchos pero que nadie quizo hacer suyas. Pobre pluma. Desangróse
sobre páginas y páginas que se pasaban luego prolijamente a una pantalla, para
que su espíritu quedara allí frío, yerto en el cristal. Pobre pluma.
Recibió
alabanzas por las formas y el ingenio, pero ellos no supieron llegar al fondo,
descubrir su espíritu y atreverse a poseerlo. Ellos vitorearon la cáscara y no fueron
capaces de reconocer y valorar la luz del fondo que le daba brillo...
Pobre Pluma. Quisiera callar, para volver a escribir
sólo a quienes sepan ver un poquito mas.
Pero no puede. No le sale ese silencio. La mano que la sostiene la toma con más
fuerza que otros días y le enseña mundos nuevos. Y ella, olvidando su dolor y
su amor propio, vuelve a bailar sobre el papel.
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